El nacimiento del tiempo:
los relojes del Antiguo Egipto
19 de septiembre de 2025
Mucho antes de los sistemas de la relojería moderna, los egipcios resolvieron un problema práctico y cosmológico: fraccionar el día y la noche. Sombras, estrellas y agua constituyeron un repertorio técnico y ceremonial que transformó la forma de registrar las horas y medir el día en ciudades como Karnak (la actual Luxor) y Tebas. Más que inventos aislados, estas herramientas se convirtieron en una pauta pública y administrativa que ordenó la vida religiosa y civil.
El reloj de sol y la medición diurna
El recurso más inmediato para fraccionar el día fue la sombra. Los egipcios emplearon placas y bloques en los que una varilla (gnómon) proyectaba sombra sobre una escala marcada; uno de los modelos más representativos tenía forma de L, con la parte vertical sosteniendo el gnómon y la horizontal exhibiendo las divisiones horarias. Estas piezas se documentan aproximadamente en los siglos XVI–XIV a. C.; un ejemplo clásico es el L-shaped sundial catalogado en el Ägyptisches Museum de Berlín (ÄM 19744), atribuido al reinado de Tutmosis III.
Estas escalas muestran soluciones prácticas que permiten ajustar la lectura a la latitud y a la estación. Conviene recordar que las “horas” egipcias eran temporales, ya que su duración cambiaba según la estación. Así, el reloj de sol ofrecía una lectura funcional, sensible al lugar y al momento del año.
El merkhet: el reloj astronómico nocturno
Para la noche, la sombra era insuficiente, por lo que la solución fue mirar el cielo. El merkhet es un instrumento de observación formado por una barra con una plomada que, junto a una mira llamada bay, servía para seguir el tránsito meridiano de estrellas determinadas: los decans. Cada decán, al culminar en la línea norte–sur, marcaba un momento nocturno.
El procedimiento es sencillo en su idea, aunque exigente en la práctica: con dos merkhets alineados y la vista fijada en la estrella adecuada, el observador sabía en qué momento de la noche se encontraba. Era un método dependiente de la visibilidad del cielo y de la habilidad del especialista, pero suficiente para sincronizar ceremonias y turnos nocturnos.
La clepsidra: el reloj de agua y la precisión empírica
La clepsidra, o reloj de agua, completó el repertorio técnico. Se han documentado clepsidras atribuidas al segundo milenio a. C.; la pieza más estudiada, asociada al templo de Amón en Karnak, se data en torno al siglo XIV a. C. y es la evidencia física más temprana de un reloj hidráulico monumental.
Muchas de estas piezas eran recipientes de piedra (alabastros) con marcas internas que señalan fracciones temporales. Se llenaban y el agua salía por un orificio; el descenso del nivel indicaba el paso de las horas y ofrecía continuidad cuando la luz o la visibilidad estelar fallaban.
La clave técnica está en la corrección de la no linealidad del flujo: la velocidad con la que el agua sale depende de la altura del líquido —a mayor altura, mayor presión y mayor velocidad—; por tanto, a medida que el recipiente pierde nivel, el caudal tiende a disminuir. Los artesanos de la época calibraron la escala interior (más separación en las marcas altas y menor en las bajas) para que cada intervalo resultara útil. Esa corrección empírica evidencia intuición técnica: los egipcios sabían que medir no es solo observar, sino compensar el fenómeno físico.
Un sistema completo: coexistencia de tecnologías
La fuerza de este patrimonio no radica en piezas aisladas, sino en su articulación. Durante el día, el reloj de sol es rápido y directo; de noche, los merkhets traducen el firmamento en horas; y la clepsidra da continuidad cuando se necesita medir intervalos con independencia de la luz. Juntas, estas tecnologías abrieron un nuevo orden: no es hipérbole llamarlas “ciudades relojeras”, si entendemos la etiqueta como un reconocimiento a la institucionalización del registro del tiempo.
Relojes egipcios en museos y colecciones
Si te interesa ver ejemplares y réplicas, las colecciones de museos europeos como el Ägyptisches Museum de Berlín o el Science Museum de Londres, y las reconstrucciones en sitios arqueológicos como Karnak, reúnen relojes de sol, merkhets y clepsidras que ilustran estas técnicas. Ver las piezas en contexto ayuda a percibir que, para los egipcios, fraccionar el día y la noche fue una práctica cotidiana con buenos resultados.
El legado egipcio en la relojería moderna
Para un amante de la relojería, la historia egipcia no es un apunte curioso, sino la primera respuesta práctica a la gran pregunta del oficio: cómo convertir fenómenos naturales en herramientas estables y precisas. Es esa misma pregunta la que, siglos después, guía el diseño en un reloj contemporáneo.
Desde aquel cuenco de alabastro hasta el órgano regulador de un cronómetro moderno, la ambición es la misma: dominar la irregularidad para dar precisión al usuario. En el fondo, esa continuidad es la definición del tiempo.


Merkhet: Science Museum, Londres — colección. Foto: Science Museum


Clepsidra: the global Egyptian museum

Reloj de sol (ÄM 19744): Ägyptisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin.