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James Bond y Omega:

el espía que construye su tiempo

19 de septiembre de 2025

En el universo del cine, pocas asociaciones entre personaje y objeto han sido tan icónicas como la de James Bond y sus relojes. Desde su debut en Dr. No en 1962, el agente 007 convirtió el reloj en algo más que un accesorio: es una extensión de su personalidad, un instrumento de supervivencia y, en muchos casos, un arma secreta.

De Rolex a Omega: cuándo y por qué cambió la muñeca de Bond

Durante décadas, Bond se identificó con Rolex, la marca que el escritor Ian Fleming mencionaba en sus novelas. Sean Connery, en la primera película, lució un Rolex Submariner que se convirtió en objeto de culto, pero en 1995, con la llegada de Pierce Brosnan como nuevo 007 en GoldenEye, se produjo un cambio que marcaría una nueva era: el agente secreto empezó a llevar un Omega Seamaster.

El Seamaster en pantalla: estilo, modernidad y resistencia

La elección no fue casualidad, Omega quería asociar su historia marítima y de precisión con el espía británico. El Seamaster, con su bisel azul y brazalete metálico, no solo era el ideal por su estilo refinado, sino que transmitía modernidad y resistencia; podría decirse que era un reloj tan preparado para una cena de etiqueta como para una persecución bajo el agua, tal como Mr. Bond.

Brosnan consolidó la unión en sus cuatro películas, y posteriormente fue Daniel Craig quien la llevó aún más lejos en la última etapa. Modelos como el Seamaster Planet Ocean o el Seamaster Diver 300M vinculados a No Time To Die se convirtieron en protagonistas de la saga, siempre en la muñeca del agente en los momentos más críticos. En varias escenas de las películas, el reloj ha sido más que un objeto de estilo: ha sido una herramienta, como un detonador, un láser o una brújula, creando así la perfecta metáfora del equilibrio entre elegancia y letalidad.

Más allá de la pantalla: el impacto cultural del Seamaster

Esta alianza ha trascendido la pantalla, y es que para Omega la colaboración ha significado reconocimiento global. Mientras que para los aficionados ha transformado al Seamaster en un símbolo de aventura, sofisticación y peligro, para James Bond ha consolidado una nueva identidad estética, acorde con los tiempos y con el espíritu de un personaje que nunca envejece.

El Seamaster no es solo el reloj de James Bond, es el recordatorio de que, incluso en un mundo de villanos, conspiraciones y persecuciones imposibles, el tiempo siempre juega a favor del mejor agente secreto del cine.

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