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Cartier Baignoire: una curva intacta

20 de agosto de 2025

Una muñeca desnuda, una pulsera de oro y un gesto que contiene el tiempo. El Cartier Baignoire no necesita presentación porque nunca se ha ido, ni ha vivido del efecto sorpresa. Su forma ovalada ha atravesado décadas sin hacer ruido, sin la urgencia de pertenecer a las tendencias, y ahora se presenta —afinado por la Maison— con un mensaje preciso: cuando la línea es perfecta, lo sensato es sostenerla.

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Una forma que no compite

Mientras otras piezas ensayan volúmenes extremos o estéticas maximalistas, el Baignoire repite su propuesta con una claridad que desarma. Las nuevas ediciones no buscan destacar, sino reafirmar su lenguaje: más pulido, más esencial, y siempre clásico. 

La versión mini, con esferas lacadas en negro, ciruela o bronce y correas tonales, juega con la sobriedad sin caer en el minimalismo insípido. La edición rígida en oro amarillo amplifica su presencia sin traicionar la silueta. En oro rosa, el bisel engastado con diamantes triangulares acompaña la curva con una elegancia calculada, y la variante con esfera de nácar abombada introduce una textura nueva, que armoniza con el resto, mientras rompe con lo conocido.

Cada versión confirma que para Cartier la forma es tan valiosa como el tiempo.

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La historia de una curva que se convirtió en legado

La Maison comenzó a explorar esta línea en los años 20, pero no la nombró oficialmente hasta 1973. El nombre —bañera, en francés— describe su silueta sin romantizarla, y aun así se convirtió en una de las formas más sensuales de Cartier. El cristal abombado, los números romanos y el bisel de oro liso son elementos reconocibles, pero lo que se impone es la coherencia. No hay voluntad de imitar el pasado, ni de anclarse en él, hay una continuidad que se sostiene por su propio peso.

Es un reloj que no busca ni pertenece a una época, porque existe como si ya las hubiera atravesado todas.

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Cómo llevar el nuevo Baignoire de Cartier

El Baignoire es un reloj que no destaca por crear contraste, sino por su arquitectura; no se impone, pero lo armoniza todo a su alrededor y se deja enmarcar por ciertos gestos:

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– Convive con prendas de cortes limpios: blusas cerradas, abrigos de lana lisos, vestidos de línea recta.


– Combina con tejidos nobles, como la seda lavada, el algodón estructurado y la lana virgen.


– Resalta con las gamas sobrias: hueso, gris ceniza, avellana, negro profundo.


– Hace match perfecto con otras piezas de Cartier, como un Love, un Juste o un Clou.

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Permanencia que no es nostalgia

Cartier no actualiza el Baignoire, lo afina. En esa diferencia se revela la inteligencia estética de la Maison. No es una reinterpretación, es el mismo trazo llevado hasta su forma más precisa.

En una industria que tiende a confundir novedad con valor, el Baignoire recuerda que permanecer también es una forma de avanzar.

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