Dos nuevas complicaciones relojeras celebran la poesía mecánica del vuelo, la memoria y la inocencia de la fábula más entrañable de la historia contemporánea.

06 de julio de 2025

El Principito nació gracias al vuelo y cada vez que IWC le rinde homenaje regresa a él envuelto en precisión mecánica. Esta vez, la manufactura suiza eleva su tributo a nuevas alturas con dos ediciones especiales que conjugan complejidad mecánica y alma literaria: el Big Pilot’s Watch Perpetual Calendar Tourbillon Le Petit Prince y el Big Pilot’s Watch 43 Tourbillon Le Petit Prince.

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Más que relojes, estas piezas son cápsulas de sentido: traducen en sus engranajes la fragilidad del tiempo, la persistencia de la memoria y la ligereza del asombro. A través del azul profundo que caracteriza a esta colección, IWC perpetúa un imaginario que lleva más de ochenta años orbitando en la cultura popular con una sencillez engañosa y una profundidad inagotable.

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El calendario eterno de un planeta minúsculo

En un juego de contrastes audaces, el Perpetual Calendar Tourbillon combina por primera vez una caja de cerámica azul con detalles en oro rojo de 18 quilates. No se trata de un gesto meramente estético, es una alquimia visual que remite tanto al universo de la aviación como al aura solar del pequeño príncipe que habita su asteroide.

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Limitado a 100 ejemplares, este modelo reúne dos de las complicaciones más exigentes de la alta relojería: un tourbillon volante a las 12 en punto y un calendario perpetuo mecánico —desarrollado por el maestro Kurt Klaus— que despliega sus indicaciones con precisión matemática: fecha, día, mes, año y una fase lunar que reemplaza la luna por el propio Principito, de pie sobre su planeta, vigilando la bóveda celeste. Un sistema que no necesita corrección manual hasta dentro de más de cinco siglos, exactamente 577 años y medio.

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Como si esto no fuera suficiente, el reverso de la pieza deja ver un rotor de oro macizo con la forma del protagonista. Es la firma más íntima de esta edición, una figura inmóvil que gira eternamente para mantener viva una historia que nunca envejece.

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El vuelo puro del tourbillon

Si el calendario perpetuo es una forma de memoria, el segundo modelo presentado por IWC es una oda a la precisión. El Big Pilot’s Watch 43 Tourbillon Le Petit Prince, realizado en platino, prescinde de complicaciones adicionales para concentrarse en el movimiento hipnótico del tourbillon a las seis. Esta elección lo vuelve una pieza más contenida, pero no por ello menos ambiciosa.

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Limitado a 150 unidades, el platino aporta una pureza visual que enmarca con sobriedad la carátula azul con acabado de rayos de sol. En su interior, un calibre de manufactura propia equipado con tecnología Diamond Shell® reduce la fricción y maximiza la eficiencia energética, permitiendo una reserva de marcha de hasta 80 horas. Y como si se tratara de detener el tiempo, el tourbillon puede bloquearse para ajustar la hora con precisión absoluta.

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Al dorso, el mismo símbolo: el Principito sobre su planeta. Una constante que conecta ambas ediciones en una misma órbita de elegancia, literatura y excelencia técnica.

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Un legado que seguirá inspirando

La alianza entre IWC y la Fundación Antoine de Saint Exupéry para la Juventud no es un gesto de marketing, sino un compromiso filantrópico sostenido en el tiempo. Detrás de cada edición Le Petit Prince late la intención de apoyar causas educativas, culturales y sociales en nombre de una obra que sigue inspirando generaciones.

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En ese sentido, estas dos nuevas piezas no solo son relojes excepcionales, son artefactos de diseño y humanidad, porque si bien el tiempo es su materia prima, su verdadero poder está en recordarnos —con cada giro del rotor, con cada latido mecánico— que lo esencial sigue siendo invisible a los ojos.